La diabetes es una enfermedad crónica que afecta la manera en que el cuerpo procesa el azúcar en la sangre, es decir, la glucosa. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 422 millones de personas padecen esta enfermedad en el mundo, por lo que la información es una pieza clave en la capacidad de prevenir y diagnosticar rápidamente la diabetes.
¿Qué tipos de diabetes hay?
La diabetes se clasifica, principalmente, en tres tipos: Tipo 1, Tipo 2 y gestacional.
La diabetes Tipo 1 es una condición autoinmune donde el cuerpo no produce insulina. La Tipo 2, la forma más común, surge cuando el cuerpo no utiliza la insulina de manera efectiva. La diabetes gestacional ocurre durante el embarazo y suele desaparecer después del parto, aunque aumenta el riesgo de desarrollar diabetes Tipo 2 más adelante en la vida.
Los síntomas más comunes de la diabetes
Los síntomas de la diabetes pueden ser sutiles al principio, especialmente en la diabetes Tipo 2. Pero, posteriormente, estos síntomas pueden incrementarse. Los más comunes son:
Sed Excesiva y Micción Frecuente
Dos de los síntomas más característicos de la diabetes son una sed insaciable y la necesidad de orinar con mucha frecuencia. Esto se debe a que, cuando los niveles de glucosa en la sangre son altos, los riñones trabajan más de lo normal para filtrar y absorber el exceso de azúcar. Si los riñones no pueden seguir el ritmo, el exceso de glucosa se excreta en la orina, arrastrando líquidos de los tejidos, lo que te hace deshidratarte y sentir más sed de lo normal.
Fatiga
La fatiga en personas con diabetes puede resultar de los cambios en los niveles de glucosa en la sangre. Cuando el cuerpo no puede utilizar la glucosa en la sangre de manera efectiva como fuente de energía, puede llevar a sentirse inusualmente cansado o fatigado, incluso sin haber realizado grandes esfuerzos físicos.
Pérdida de peso inexplicable (más común en la diabetes Tipo 1)
En particular, la diabetes Tipo 1 puede causar una pérdida de peso rápida e inexplicable. A pesar de comer más de lo habitual para satisfacer el hambre, si el cuerpo no puede obtener energía de la glucosa en la sangre, comienza a quemar grasa y músculo como fuente de energía, resultando en pérdida de peso.
Visión borrosa
El exceso de azúcar en la sangre puede también afectar los vasos sanguíneos de los ojos, llevando a una visión borrosa. Este síntoma puede variar dependiendo de los niveles de glucosa en sangre; un tratamiento efectivo y el control de los niveles de azúcar pueden ayudar a revertir los problemas de visión en etapas tempranas.
Heridas que tardan en cicatrizar
La alta glucosa en sangre puede afectar la capacidad del cuerpo para curarse y combatir infecciones. Por lo tanto, cortes y heridas pueden tardar más tiempo en cicatrizar de lo esperado. Además, la diabetes puede reducir la circulación de la sangre, especialmente en los pies, complicando aún más la cicatrización.
Infecciones frecuentes, como las de las encías, la piel o la vagina
La diabetes puede debilitar el sistema inmunológico, haciéndolo más susceptible a infecciones. Las mujeres con diabetes pueden notar infecciones frecuentes por hongos o levaduras, especialmente infecciones vaginales. Las infecciones de las encías, la piel y en el tracto urinario también son más comunes
Entumecimiento o dolor en las extremidades
A largo plazo, niveles altos de azúcar en sangre pueden causar daño a los nervios, lo que puede resultar en sensación de hormigueo, dolor, ardor o pérdida de sensibilidad en las manos y pies.
Es importante destacar que muchas personas con diabetes Tipo 2 pueden no mostrar síntomas durante años y solo se enteran de su condición tras complicaciones relacionadas.
Factores de Riesgo
Entender los factores de riesgo es esencial para evaluar la probabilidad de desarrollar diabetes. Algunos de estos factores son:
– Historial familiar de diabetes
– Sobrepeso u obesidad
– Inactividad física
– Edad (mayor riesgo a medida que envejeces)
– Presión arterial alta
– Niveles altos de colesterol o triglicéridos
– Historial de diabetes gestacional
Prevención y Manejo
Aunque no existe una cura para la diabetes, la enfermedad se puede controlar de manera eficaz a través de cambios en el estilo de vida, medicación y monitoreo regular de la glucosa en sangre. Para aquellas personas en riesgo de desarrollar diabetes Tipo 2, cambios significativos en el estilo de vida, como mejorar la dieta, aumentar la actividad física y perder peso, pueden retrasar o prevenir su aparición.
Diagnóstico
¿Tienes sospechas de padecer diabetes? Lo fundamental en este punto es tener en cuenta la importancia de un diagnóstico rápido para comenzar de manera inmediata el tratamiento más adecuado.
En este sentido, HCB Hospitales cuenta con un equipo multidisciplinar y con experiencia en el tratamiento de enfermedades del campo de la endocrinología. Conscientes de la importancia de la prevención, en HCB cuenta con profesionales de esta especialidad en sus dos centros hospitalarios más importantes: Benidorm, con la Dra. Soledad Segurado Miravalles y Dénia, con la Dra. Mª Teresa Pedro Font.