La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más líquido (y electrolitos) del que ingiere, lo que compromete funciones esenciales como la regulación de la temperatura, la circulación y el rendimiento cognitivo. Durante el verano, la sudoración intensa, la exposición prolongada al sol y el aumento de la evaporación cutánea aceleran ese desequilibrio.
Factores de riesgo y señales de alerta
- Grupos vulnerables: bebés, personas mayores, embarazadas, enfermos crónicos, trabajadores al aire libre y deportistas.
- Síntomas iniciales: sed intensa, boca y piel secas, orina escasa u oscura, cansancio inusual, mareo y dolor de cabeza.
- Signos de urgencia: confusión, pulso rápido, ausencia de sudor, fiebre alta o pérdida de conciencia. Ante cualquiera de ellos, busque atención médica inmediata.
Cómo prevenirla
Hidratación constante
- Beber con frecuencia, incluso sin sed. Mantenga siempre una botella a mano y vigile que la orina sea clara.
- Elegir bebidas adecuadas: agua, infusiones frías sin azúcar, aguas infusionadas con frutas o verduras; evite alcohol, refrescos muy azucarados y bebidas con cafeína, que favorecen la pérdida de líquidos
- Comer alimentos ricos en agua (sandía, melón, pepino, tomate, cítricos) para complementar la ingesta hídrica.
Control del calor
- Permanezca en espacios frescos o climatizados y refrésquese con duchas o paños húmedos durante las horas de más calor.
- Reduzca la actividad física intensa entre las 12 h y las 17 h. Si entrena, hidrátense antes, durante y después; use ropa ligera, transpirable y de colores claros.
- No deje nunca a niños, mayores ni mascotas en vehículos estacionados.
Vigilancia de las personas más frágiles
- Ofrezca agua regularmente a bebés y personas mayores, que a menudo no perciben la sed.
- Compruebe con frecuencia el estado de hidratación (labios húmedos, elasticidad de la piel, pañales/diuresis) y ajuste la ingesta según la temperatura ambiental.
Cómo actuar ante los primeros síntomas
- Interrumpa la exposición al calor: sitúe a la persona en lugar sombreado o climatizado y afloje su ropa.
- Rehidratación oral: ofrezca sorbos pequeños y continuos de agua fresca o solución de rehidratación oral. En niños pequeños, use cucharaditas (5 ml) cada 1-5 min; pueden emplearse bebidas con electrolitos adecuadas para edad.
- Enfriamiento externo: aplique compresas frías en cuello, axilas e ingles; abanique suavemente o use ventilador si la temperatura ambiente es < 40 °C.
- Vigile la evolución: si los síntomas persisten más de una hora, hay vómitos que impiden beber, desorientación, fiebre > 39 °C o ausencia de sudor, acuda a urgencias.
Emergencia (deshidratación grave o golpe de calor)
- Llame al 112 o acuda a un centro hospitalario con un servicio de Urgencia 24 horas como HCB Benidorm o HCB Dénia.
- Mantenga a la persona tumbada con las piernas ligeramente elevadas.
- No administre líquidos si está inconsciente o vomita; el tratamiento requerirá sueros intravenosos en el centro hospitalario.
Conclusión
La deshidratación de verano es prevenible con hábitos sencillos: hidratación constante, alimentación rica en agua y control de la exposición al calor. Reconocer las señales tempranas y actuar con rapidez evita complicaciones graves.